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La arquitectura es el reflejo del tiempo que nos toco vivir, en ella plasmamos nuestra forma de ser y pensar. Cuando hacemos un trazo recogemos el espíritu de la época y del lugar. Es nuestra historia y todo lo que hemos recorrido para llegar hasta aquí, para protegernos del clima, para experimentar y transformar nuestro entorno.   

 

Es la calidez de la madera, la textura viva de la piedra, el rayo de luz que llega por las mañanas, la terraza azotada por el viento en el mar, el pórtico que se abre a un jardín, el sonido de la lluvia en el tejado y el atardecer que entra silencioso desde una ventana.

 

Es la medida de nuestros pasos cuando suben la escalera, la altura de la silla, el alto de la puerta, el largo de la cama, el aprendizaje sobre nosotros mismos, sobre nuestras barreras y limitaciones y como solucionarlas. Es la medida de nuestras capacidades, actitudes y la percepción de lo que nos rodea, de lo que se interpone.

 

La arquitectura es una línea sin fin, es una sinfonía de luces y sombras, es una mezcla de formas y colores, es el equilibrio entre la estética y la función, la armonía en el espacio que se desborda y se contiene a la vez y la metamorfosis de nuestra sociedad.

 

 

Arq. Eduardo García Mederos

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